Saturday, May 11, 2013

Venezuela y las Cuatro Cadenas del Yugo


Cuando en 1986 salí de Venezuela después de terminar el bachillerato alemán en el Colegio Humboldt, ya la realidad venezolana me había dado varios gritos aclarándome la dirección en la que se dirigía el país. Inclusive sin tener la madurez política, ni el criterio socioeconómico que tengo hoy día después de vivir y trabajar en varios continentes, me quedaron en la mente experiencias y aprendizajes que ahora entiendo como señales contundentes de que Venezuela era y sigue siendo una bomba de tiempo. 

La primera señal o cadena del yugo, como la estoy llamando en mi blog, es el nacionalismo idolatrista. Este nombre lo he compuesto para precisar una tendencia nacionalista en la cual además hay una idolatría exagerada a sus próceres, comandantes o presidentes. Está claro que esto no es solo un fenómeno en Venezuela, pero si es una tendencia que ha ido creciendo en esta República Bolivariana. El nacionalismo es un sentimiento exagerado de orgullo, egoísmo y arrogancia colectiva que en la historia del mundo ha llevado múltiples naciones a guerras y lamentables magnicidios. Como alemán, tengo bien presente el aprendizaje de una sociedad que hoy día sigue pagando por los crímenes cometidos como consecuencia de un nacionalismo segador y radical. Por el otro lado, la idolatría en su máxima expresión del fanatismo, es un sentimiento de subordinación total y ciega a una figura a la cual sus seguidores generalmente le atribuyen cualidades todopoderosas que el mismo líder se termina creyendo. Una sociedad democrática no necesita estar constantemente viendo la figura de un líder para saber qué hacer. Lo que necesita es un entorno donde se respete la ley para que cada individuo tenga la oportunidad de desarrollar su propio pensamiento y ejercer su propio liderazgo con virtud y honor. Volviendo a mi experiencia juvenil en la Venezuela Saudita pre-Chavez, durante casi dos décadas, la bonanza económica nos beneficiaba y permitía el crecimiento de una clase media de profesionales trabajadores y emprendedores como mis padres. Muchos de nosotros habíamos emigrado de otra parte del mundo y encontramos en Venezuela una nueva patria que nos adopto amigablemente. Se sabe que una clase media solida es la base del crecimiento de una economía sana - buenos ejemplos en Sur América son Brasil y Chile. Vivíamos en una linda casa, yo iba a un colegio privado y podíamos viajar al extranjero de vacaciones. Cada dos años visitábamos a mi abuelita en Alemania. Íbamos con las maletas vacías y regresábamos completamente equipados. Se acuerdan de “Miami esta barato dame dos”, pues ese auge se generó gracias a la explotación petrolera iniciada bajo la tutela de las compañías internacionales en los años 50. Toda una economía se desarrolló en el sector privado alrededor de la riqueza petrolera. Después de que estas corporaciones invirtieran tiempo y esfuerzo en desarrollar la industria en el país, Carlos Andres Perez “el hombre que sí camina”, en un acto de pirataje internacional, nacionaliza el petróleo durante su primer mandato en los años 70. La reputación de Venezuela empieza a perder puntos en el ámbito internacional. El segundo zarpazo al extranjero en pro de fomentar lo nacional, lo da el gobierno de Herrera Campins, un llanero de bigote agresivo también, quien siempre tenía un dicho de sabiduría popular para cada situación. Llegó a tal nivel su nacionalismo, que en los 80 cerró las importaciones durante varios años. Muchos productos, inclusive el whisky escocés (bebida de máximo valor espiritual para el venezolano), no se conseguían. Imagínense que muchos bebedores aprendieron a apreciar el ron nacional, tomado primordial e irónicamente en forma de Cuba Libre. En mi caso particular el impacto de esta nacionalización no fue tan grave en el aspecto etílico, ya que tomar cuba libre nunca me significó un sacrificio, pero sí en mis posibilidades de estudios. Después de una reforma del sistema educativo, los títulos de los colegios extranjeros ya no eran aceptados en las universidades venezolanas y consiguientemente me fui a estudiar a Europa donde mi bachillerato alemán del Colegio Humboldt sí valía. Así lo hicieron la gran mayoría de compañeros de clase y estudiantes de otros colegios extranjeros que no querían perder el tiempo en revalidas de un contenido repetido. Y no solo los jóvenes como yo empezaron a dejar el país, también familias enteras y empresas extranjeras que en un principio habían apostado por un país próspero y reconocían que las condiciones iban en franco deterioro. Para una economía esto significa una lamentable perdida de capital humano y para nosotros, las familias afectadas, un desgarre emocional, ya que sacrificamos la cercanía a nuestros seres queridos en pro del desarrollo profesional y bienestar de nuestras siguientes generaciones. Creo que las naciones abiertas deben aprender las unas de las otras y ayudarse mutuamente sin tanto orgullo nacionalista. Una apertura internacional promueve la sana competencia y todos los integrantes de la comunidad mundial se ven incentivados a generar productos y servicios del mayor valor añadido posible en cada uno de sus países.

La segunda cadena del desastre es la incapacidad administrativa o ineptitud burocrática materializada en la devaluación de la moneda y en la dependencia del ingreso petrolero como única fuente de divisas. Durante mis últimos años en Venezuela, al final del gobierno de Luis Herrera, la divisa se devaluó yendo de 4,30 Bolívares por Dólar a 15. Todo esto sucedió por sobreendeudamiento y mal manejo de las finanzas nacionales. El padre de mi amigo y compañero de clases era un profesional del mundo de los seguros y fue uno de los pocos que con criterio certero reconoció a tiempo la situación. Fue el quien me conto que cuando llego a Venezuela en los 50, con un fuerte de plata de 5 Bolívares se podía comprar una camisa de vestir importada de primera calidad. En menos de veinte años este Fuerte paso a valer 100 veces menos.
      
Creo que la capacidad profesional evaluando siniestros le permitió ver al padre de Peter fríamente que la devaluación era inevitable. Sin demora tomó una decisión,  vendió su casa, sacó todo su capital del país y se mudó a Hamburgo con su familia. Hay pocas “ranas” que como el saltaron fuera de la olla de agua fría, la gran mayoría seguían en el país disfrutando de la buena vida en un caldo de cultivo que poco a poco subía su temperatura. Tuve suerte que mi título de bachiller alemán no servía en Venezuela y que Angelica, mi novia en aquel entonces y actualmente mi querida esposa, me motivó de cierta manera para salir a estudiar al extranjero. Gracias a las ayudas del gobierno alemán y de la comunidad Económica Europea a través de créditos y becas estudiantiles, pude financiar mis estudios en el extranjero y no dependía únicamente de los pagos que mis padres me pudieran dar en moneda devaluada. Hoy día la malversación de  fondos y recursos del país no solo continúan, sino ha llegado a niveles máximos de desfachatez. Las regalías de petróleo a Cuba, Uruguay, el pago de la deuda externa a Argentina, las concesiones especiales a los Chinos para explotar el petróleo venezolano y vender sus productos a cambio de créditos que financian los déficits del presupuesto público, son un robo oficialista al ciudadano venezolano y a los recursos naturales del país. Además, el gobierno se adjudica el derecho de controlar el precio y la disponibilidad de las divisas generadas con el petróleo. La tentación es grande y muchas mafias dentro y fuera del mismo oficialismo reciben dólares baratos y los venden a cuatro o cinco veces su valor en el mercado negro. Sin ética es muy fácil ganar dinero, pero así no se genera valor y por lo tanto no se construye un país.

La tercera cadena es la del irrespeto a la propiedad privada, que con la expropiación, encuentra su máxima expresión. Mucho antes de que se hablara de Chavez, llegaron unos ingenieros de otro gobierno venezolano y empezaron a clavar estacas blancas en nuestra finca porque por allí iba a pasar la autopista a Higuerote. Recuerdo que esto fue un gran “shock” para mis padres y me dio un sentimiento de impotencia el pensar que para hacer una ridícula vía de asfalto el poder público se tomaba el derecho de destruir y enajenar un paraíso terrenal pisoteando los derechos individuales y de la propiedad privada. Gracias a la real y eterna ineficiencia y corrupción que sin excepción han caracterizado a todos los gobiernos de Venezuela, ese proyecto se fue posponiendo una y otra vez después que los multimillonarios presupuestos asignados en cada mandato se derritieran o malversaran, logrando los “responsables” solo construir pocos kilómetros de vías. Aquí quiero expresar gran mérito al fallecido Comandante Chavez, quien después de 30 años finalmente logró terminar la autopista Caracas – Higuerote, mal terminada pero circulable. El daño colateral es que nuestra linda finca fue expropiada. 
Gracias a la buena gestión de mi padre, al menos fuimos compensados con un pago justo por el valor del mercado. No obstante, fue una gran pérdida para nuestra familia, ya que había sido un lugar de esparcimiento y disfrute durante muchos años y mis padres habían dedicado mucho amor y recursos, por ejemplo construyendo casa, caballerizas, gallinero y plantando más de 1500 árboles frutales de diferentes tipos. Otros no tuvieron la misma suerte y sus terrenos, casas y empresas fueron expropiadas de forma arbitraria y sin recibir compensación. Recientemente conocí a una pareja de jubilados a quienes les expropiaron dos haciendas de cacao y no recibieron ni un céntimo por ellas – pude ver en sus caras el sentimiento de frustración e impotencia. En mi opinión la expropiación es la máxima forma del robo institucionalizado. De esta experiencia entendí y afirmé mi convicción que el hombre es territorial, la propiedad privada es sagrada y el derecho sobre la misma debe estar afianzado en la constitución.

La cuarta cadena del yugo que está hundiendo a Venezuela es la del deterioro moral, ético y físico con la  corrupción, el atraco violento y el homicidio impune como máxima expresión de su avance cancerígeno. En Venezuela siempre ha sido rey el oportunista, el vivo y el enchufado. La ley existe como reto a ser ignorada, torcida o rota. Los semáforos son recomendaciones y los policías recolectores de sobornos y hoy inclusive muchos parte del crimen organizado. De cierta manera esto puede parecer folclórico y mucha gente vive en una constante parranda, pero en realidad es una triste realidad cuando esta inmoralidad te impacta frontalmente. El que trabaja durante años y cosecha su fruto con disciplina, orgullo, honor y siguiendo las reglas de juego, es ultrajado por el tramposo ladrón que sin principios morales le arrebata el producto de su labor, su integridad y demasiadas veces su salud y hasta la misma vida. Los antisociales barrio adentro matan sin compasión por un par de zapatos y los delincuentes de cuello blanco estafan sin vergüenza desde sus jets privados. El estado y sus instituciones fallan catastróficamente en prevenir abusos y arrebatos y ni siquiera son capaces de sacar del juego y castigar a la minoría criminal que mantiene en jaque a los demás. Todos mis conocidos venezolanos, o algún miembro de sus familias, han sido víctima de un atraco a mano armada o de alguna situación violenta donde peligró su vida. A mi cuñado Gabriel lo asesinaron hace dos años, dejando huérfanos paternos a mis 2 sobrinitos. Hasta el día de hoy, no han sido detenidos los responsables. Siento gran tristeza en mi alma que mis sobrinos tengan que crecer sin su padre. Así como ellos, en Venezuela hay miles de niñas y niños más, sufriendo la ausencia de un padre, un hermano u otro familiar arrebatado de sus vidas por la violencia impune y estúpida. Garantizar la seguridad personal de todos sus ciudadanos es una de las principales tareas y responsabilidades del estado. Al no cumplir con esta tarea, automáticamente el gobierno y sus poderes avalan y perpetúan la existencia del crimen. Esto sucede a todos los niveles, desde la delincuencia común, pasando por el narcotráfico, el secuestro y hasta llegar al tráfico de influencias de los sindicatos corruptos y miembros del gobierno a más alto nivel. Desde los años 80 yo mismo y mi familia hemos sido víctimas del hampa común que han robado, asaltado y secuestrado. Obviamente los malhechores nunca fueron aprendidos. Por el otro lado, también la Policía Metropolitana me ha arrestado por tener mi documento vencido y fui testigo de cómo la misma abusaba de los detenidos dándoles planazos (golpes con el lado plano de un machete) y luego llevándoselos en la misma jaula (pick up con celda) en la que iba yo.  En otra ocasión la Guardia Nacional, que es una rama del ejército, me detuvo con un grupo de amigos que paseábamos de noche en la zona peatonal de Caracas para revisar si teníamos drogas. Nos revisaron haciéndonos quitar la ropa y si no nos sacábamos los zapatos rápidamente, nos pegaban en los dedos con sus cascos de acero – el sargento además contaba: “uno, dos, tres, ocho, nueve, diez”. Aunque todo esto pasó hace ya mucho tiempo, las imágenes quedaron. A través de estas experiencias me di cuenta que el fundamento moral del país estaba podrido ya en aquella época antes de Chavez. En realidad hay que tener compasión, porque muchos de estos criminales perturbados crecieron como huérfanos vacunados por la violencia a temprana edad y actúan por frustración e impotencia, pero otros simplemente son individuos de conducta antiética que no ven limitante a su actuar malicioso. Muy preocupante es la tendencia actual donde hordas de malandros se organizan y cual enjambres de abejas africanizadas vuelan por las calles en sus motos chinas de zumbido penetrante. Son grupos anónimos, armados y motorizados que por su afiliación política tienen el apoyo del ejecutivo y carta blanca en materia de intimidación, asalto, amedrentamiento...y quien sabe que otras barbaridades. Por todo lo descrito en mi blog y especialmente por el peso de esta última cadena del yugo, declaro que hoy día en Venezuela hay un estado de crimen institucionalizado. La causa no es solamente el Chavismo, la causa de esto tienen su raíz en la historia por la acumulación de un sentimiento de frustración e inequidad de una masa de gente pobre que ha sido sistemáticamente oprimida y castrada en sus posibilidades durante siglos. Lo que estamos viendo ahora es el cambio de guardia en la sociedad. Aunque la fuente de esta energía criminal no se puede erradicar de un día para otro, es vital empezar a implementar el orden y proteger especialmente a los niños y a los jóvenes para que crezcan en un ambiente seguro. Aquí aplica la teoría de la ventana rota, que si no se arregla, va a generar que se sigan rompiendo más cosas a su alrededor. El deterioro empieza a ganar fuerza cual bola de nieve. Después de la primera ventana, aparece rota la segunda, luego el portón, las paredes se empiezan a llenar de grafitis y el óxido carcome los metales. Si no se toma acción correctiva en el presente, la degeneración continua.

Independientemente de los gobiernos hayan sido adecos, copeyanos o chavistas, en Venezuela estas cuatro cadenas han estado presentes perpetuando el yugo del subdesarrollo. Ningún gobierno antes de Chavez y tampoco el actual ha podido bajarlas - así como canta el himno nacional. El nacionalismo idolatrista exagerado, la ineptitud burocrática, el irrespeto a la propiedad privada y el deterioro moral y ético son los verdaderos enemigos a vencer. Esta no es una lucha de clases, ni de ideologías, ni de nacionalidades, es la lucha de cada uno de nosotros con nuestra propia conciencia y la de todos unidos para combatir la mediocridad. Un buen ciudadano es un ejemplo de buena conducta para su familia y entorno, respeta las reglas de juego, expresa su opinión libremente y hace valer su punto de vista a través del dialogo y el debate constructivo. El camino de Venezuela es inventar una nueva posibilidad de país que incluya a todos sus ciudadanos sacando lo mejor de cada uno sobre la base de integridad y una democracia social moderada. Ruego al Supremo Autor en el Empíreo que nos llene de fe, alegría, luz, compasión y verdadero amor incondicional a todos los venezolanos y extranjeros de nuestra patria querida para que logremos crear una Venezuela unida, de paz, de abundancia y de felicidad para todos.